Hitman: Codename 47





La mecánica y el objetivo erán simples: asesinar al objetivo marcado. Cómo hacerlo era ya otro cantar y ahí estaba precisamente lo que hacía grande a esta primera entrega de Hitman.

Al inicio nos despertábamos y comenzábamos una especie de tutorial donde nos familiarizábamos con los movimientos y mecánicas que más adelante tendríamos que llevar a cabo.

Posteriormente la primera carta con la primera víctima deseada (un miembro de la mafia china) llegaba a nuestras manos y teníamos que ponernos a ver cómo nos las apañábamos.
Para ello podíamos usar una cuerda de piano para eliminar enemigos sigilosamente, vestirnos con sus ropajes para infiltrarnos, poner bombas en un coche, usar el rifle de francotirador desde el tejado de un edificio, cometer un asesinato brutal en un bar (al estilo de la famosa escena del Padrino)..
Una vez que el objetivo había muerto no terminaba ahí la cosa sino que teníamos que conseguir escapar para que nos descubriesen siendo una de las partes más complicadas.

A la hora de planificar una misión, debíamos ceñirnos más o menos a un patrón si queríamos que esta terminase bien pero contábamos con bastante libertad para ello. Esto, sumado a la originalidad de ponernos en la piel de un asesino a suelo de este tipo y un sólido apartado técnico hicieron que triunfase globalmente en distintas plataformas y que se siguiesen produciendo títulos hasta hoy en día.



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