Diablo II
Un juego mítico donde los haya. En su primera entrega fue acusado de demasiado repetitivo y monótono aunque ya tenía alicientes para convertirse en algo grande.
En esta segunda parte mejoró en todos los aspectos, convirtiéndose en todo un referente para los aficionados a los juegos de rol de acción.
Muchas tardes/noches de ese otoño/invierno del año 2000 las recuerdo jugando al Diablo II.
De no haber sido por la figura del nigromante, quizás no me habría enganchado tanto. Eso de llevar a mi propio mini-ejercito de esqueletos, un golem de sangre que me transmitía parte de la vitalidad que arrebataba, era una pasada. Además me hice con un conjuro que hacía explotar los cadáveres, causando un porcentaje de daño proporcional a la cantidad de vida que tenían. Conforme iban cayendo enemigos en la batalla hacía explotar sus cuerpos, causando nuevas víctimas y así lograba provocar un daño exponencial. ¡¡Menudas masacres causaba con esta estrategia!!.
Tenía 4 fases, cada una con su respectivo Demonio-jefe al final.
En la primera estábamos en el campamento de las arpías y alrededores de un monasterio y al final nos enfrentábamos a Andariel.
En la segunda visitábamos un desierto con sus lúgubres pirámides/mazmorras, teniendo al final una épica lucha contra el demonio Duriel.
La tercera fase, y de las que menos gustó por lo pesados que se hacían los numerosos mini-enemigos de la lluviosa jungla, tenía como escollo final al poderoso Mephisto.
En la última e infernal fase nos las veíamos con el mismísimo Diablo que más de una vez conseguía terminar con nosotros para nuestra desesperación.
Otro de los méritos de Diablo 2 es que consiguió provocar toda una fiebre de partidas multijugador donde cada uno llevaba a su personaje. Se podía acceder mediante el servidor oficial o servidores particulares, donde la gente organizaba sus propias partidas.
Técnicamente resaltaría sus gráficos ajustados al máximo para no ralentizarse, pese a presentar un gran número de enemigos y elementos por pantalla, sin ser demasiado diminutos.
A nivel artístico me quedo con su música y con las geniales escenas cinemáticas (de las mejores que se habían visto hasta entonces), incluso recuerdo que venían en un CD-Rom aparte.
El vídeo con la mítica intro, que seguro que habéis visto más de una vez ;)
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